REVISTA DEL HOSPITAL > Marzo 2015 volumen 35 Número 1 > Carlos Fustiņana

Rev. Hosp. Ital. B.Aires 2015;35(1):4.

RECORDATORIO

Carlos Fustiņana

(1950 - 2015)

 

 
Correspondencia: ernesto.lupo@hospitalitaliano.org.ar

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De a poco nos vamos acostumbrando. El dolor ya no es tan agudo, tan intenso, se va anestesiando. Y a la vez, casi sin darnos cuenta, gradualmente, su recuerdo va ocupando el lugar que tendrá para siempre. No falta tanto para que podamos recordarlo con una sonrisa, o riéndonos francamente cuando, en el hacer cotidiano, evoquemos su manera de ver y de enfrentar las cosas: “¡Uy, si estuviera Fusti!”, “como Fusti hubiera dicho”, “¿te acordás cuando Fusti…?”.

Fue de esas personas que perduran, que no se van nunca, que dejan un legado y un camino para andar.

Nos conocimos como practicantes de guardia en el Policlínico Central de San Justo hace 45 años. Nos volvimos a encontrar durante la residencia, entrecruzándonos desde el Niños a la Sardá y desde la Sardá al Niños.

Y después de esa etapa, de la mano de Ceriani, nos volvimos a juntar, ya para siempre, en el “Hospedale”, con toda la ilusión de hacer un servicio de Neo y de afincarnos en la institución que nos recibía con la incertidumbre que acompaña a todas las empresas nuevas.

Hoy, después de 38 años, cuando veo las caras de los que lo extrañan como médico, como jefe, como guía, creo que lo logramos.

Pero yo lo extraño distinto, porque Fusti, junto con Garba, fue uno de los pocos hermanos que me dio la vida, ya que mis viejos no pudieron. Compartimos esa vida durante muchas horas, con nuestras familias, criando hijos y creciendo como médicos y como hombres.

¿Que era cabrón y pendenciero? Sí señor, pero siempre por una buena causa. Y si lo necesitabas, siempre iba a estar. Como cuando tuve la cerebritis y se metió a contramano, con su Ford Falcon, por el corso de su barrio para ir a buscarme y convencer a la ambulancia del SAME que me trajera al hospital.

Se nos fue cuando había encontrado un ansiado equilibrio en su vida, tanto en lo personal como en lo profesional: comandando un servicio cada vez más grande y complejo, dedicándose a la docencia de pregrado -fue maestro primario- y haciendo planes, soñándose en Bariloche, junto a Silvia, metido hasta la cintura en algún arroyo tratando de pescar alguna trucha con una de sus moscas para sacarse la foto y devolverla al río, como buen pescador deportivo…

¡Qué macana, te nos fuiste un poco rápido, hermano!

Dr. Ernesto Lupo
Servicio de Neonatología